Introducción
Para abordar el tema es necesario realizar una breve introducción al pensamiento social, político y económico de la Iglesia CatólicaApostólica Romana (ICAR).
La ICAR es una inmensa corporación multinacional de concepción capitalista, como puede observarse en la Doctrina Social de la Iglesia en especial en las encíclicas de Pablo VI, Populorum Progressio (1967) y Centesimus annus (1968), corporativista como se explicita en la encíclica de León XIII RERUM Novarum(1891) y ratificó en reiteradas ocaciones5 Benedicto XVI, e imperialista y autoritaria como heredera del imperio romano.
Antes de proseguir con el análisis es fundamental definir la doctrina social de la iglesia (DSI) y el corporativismo según la ICAR.
La DSI es un compendio de normas, especialmente encíclicas papales, que forman el cuerpo doctrinal de la ICAR, se refiere a la visión social, política y económica del mundo bajo el lente del dogma católico y el magisterio de la iglesia. La DSI es sumamente confusa, densa y ha variado a lo largo del tiempo, incluso hay conceptos que llegan a contradecirse, se realizan afirmaciones positivas hacia la dignidad de la persona y su desarrollo, pero por otro lado se promueven políticas que producen el efecto contrario.
El corporativismo según lo definió la ICAR en 1884 es un “sistema de organización social que tiene como su base la agrupación de hombres, de acuerdo a la comunidad de intereses naturales y funciones sociales, y como órganos verdaderos y adecuados del Estado, dirigen y coordinan el trabajo y el capital en los asuntos de interés común.”
La ICAR impulsa la creación de organizaciones de la sociedad civil corporativistas, especialmente políticas y sindicales, con el objeto de combatir el surgimiento de movimientos o sindicatos anarquistas, marxistas y otras iniciativas de carácter socialista. Claramente el corporativismo es un antagonista del concepto de luchas de clases y de revolución social, plantea un conformismo al “rol” que cada individuo tiene en la sociedad.
Desde la revolución francesa, los movimientos sociales con origen en el proletariado, han limitado los privilegios de la ICAR, porque siempre se encontró vinculada al poder opresor, especialmente al totalitario. Los sistemas feudales, monárquicos o dictatoriales se legitimaron y legitiman desde el poder eclesiástico, y este último a su vez de la fe del pueblo que manipula a su conveniencia.
La concepción del tipo de trabajador que proclama la ICAR es herencia de un modelo feudal, que liga al ser humano a la tierra y promueve el trabajo como un mandato divino, del que se encuentra exenta la clase clerical, que al situarse en un plano superior cercano a la divinidad exige ser mantenida económicamente y subordinación ideológica del pueblo.
La ICAR, como corporación, es un organismo burocrático carente de proletariado, está formado por una clase del tipo clerical formada por 1.095.169 individuos (80% son varones y el 20% mujeres) y 312.426 instituciones en todo el mundo. Para poder subsistir necesita un gigantesco ingreso permanente de dinero, dado que por sí misma es incapaz de producirlo, salvo cuestionables inversiones financieras del IOR.
El capitalismo neoliberal globalizado es la mejor opción para poder generar mecanismos para financiarse, desde la DSI promueve Estados débiles, fáciles de clericalizar, que protejan la propiedad privada, deleguen la asistencia social y la educación al sector privado(en especial al religioso), de esta manera obtienen una poderosa herramienta de negociación, o mejor dicho extorsión política para solicitar subsidios y exenciones impositivas.
Especialmente durante fines del siglo XIX hasta el fin de la guerra fría la ICAR ha buscado explícitamente alianzas estratégicas para combatir cualquier forma de socialismo o comunismo incentivando el más feroz capitalismo porque un mundo que ponga énfasis en la clase obrera, librepensadora y luchadora por sus derechos no tiene cabida para la clase clerical que vive de lo que genera el proletariado.
Control de Natalidad
Para Ettore Gotti Tedeschi economista y ex-Presidente del Instituto para las Obras de Religión también conocido como el Banco del Vaticano y colaborador en la redacción de la encíclica Caritas in Veritate, la baja natalidad es la base de la crisis económica mundial. En sus propias palabras:
“El origen de esta crisis económica no reside en el uso equivocado de instrumentos financieros por parte de banqueros o políticos o financieros. Esta crisis tiene su origen en el hecho de que hemos negado la vida, no hemos tenido hijos, o además de no tenerlos, incluso los hemos matado, y por tanto hemos reducido el crecimiento de la población por debajo de los ritmos naturales, penalizando gravemente el crecimiento económico, el desarrollo, el bienestar.”
Esta manifestación no tiene correlato con la realidad, dado que vivimos en un mundo ya superpoblado donde apenas ha comenzado la lucha por los recursos naturales y ya es sangrienta y cruel. Claramente no es la declaración de un ignorante, obedece a una despiadada estrategia de supervivencia de la ICAR.
Como ejemplo de la vigencia del pensamiento citado con anterioridad tenemos las declaraciones realizadas en mayo de 2013 por el papa Francisco donde criticó a las parejas que sólo tienen un hijo “por comodidad” y afirmó que quieren tener un único hijo para poder seguir “yéndose de vacaciones” o “comprarse una casa”. “Cuántas parejas se casan y piensan en el fondo de su corazón, sin atreverse a decirlo: mientras dure el amor, después ya veremos”.
La ICAR en lo últimos 150 años ha hecho especial énfasis en incentivar el crecimiento poblacional utilizando como recurso la oposición a la educación sexual, a los métodos anticonceptivos, al aborto legal seguro y gratuito, a la emancipación de la mujer, a la muerte digna, mientras monopoliza tanto la asistencia social, como la educación, a la vez que predica el conformismo a la pobreza y mediante la DSI niega la lucha de clases.
La ICAR combate en términos de guerra santa al movimiento LGBTQ porque no son aptos para la reproducción y en caso de hacerlo no promueven el modelo católico, justamente se expresan al respecto del matrimonio entre personas del mismo género como el camino hacia la extinción de la especie humana.
La independencia del género femenino también atenta contra la reproducción indiscriminada, incluso la cantidad de religiosas dentro de la estructura de la ICAR es limitada porque allí se impone la castidad, actualmente no llegan a representar más del 20% y se les niega el acceso al sacerdocio. Para la ICAR la mujer no puede ser independiente y decidir sobre su propio cuerpo, debe ser una máquina de producción de fieles y la transmisora de la fe católica. Por esto históricamente se ha opuesto al voto femenino y a su exclusión de la vida política, la destina a ser un apéndice del varón y a seguir el modelo que promocionan de la Virgen María una madre-niña sumisa y obediente.
Conclusión
Según lo analizado podemos inferir que el camino hacia un Estado verdaderamente laico implica un Estado fuerte proteccionista de la clase obrera, capaz de emprender el camino de la educación pública laica, libre, gratuita y formadora de personas librepensadoras imbuidas en los valores republicanos, de la absoluta independencia del género femenino y su total igualdad frente al varón, de políticas sanitarias integrales de salud sexual y reproductiva, de políticas públicas que incentiven la maternidad y la paternidad responsable, y de la asistencia social para eliminar todas las formas de miseria y promover el ascenso cultural y económico de las personas.
Ing. Fernando Esteban Lozada
Portavoz para Latinoamérica de la Asociación Internacional del LibrePensamiento (AILP)
Miembro de la Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL).
Presidente del Congreso Nacional de Ateísmo en Argentina.
Ex presidente y titular de relaciones interinstitucionales de la AsociaciónCivil Ateos Mar del Plata.
Miembro del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos Argentina
imagen : kaosenlared.net