En América Latina casi un 30% de las mujeres es madre durante la adolescencia. Solo África supera a los países latinoamericanos y caribeños en fecundidad de las adolescentes y nuestra región sobrepasa ampliamente el promedio mundial.
Aunque se observa una tendencia a la baja en los últimos años, el porcentaje de adolescentes que son madres aumentó entre 1990 y 2010 en la mayoría de países con datos disponibles (12 de 18 países) y, si bien la maternidad se concentra en el grupo de 18 a 19 años, el incremento fue relativamente mayor entre las adolescentes de 15 a 17 años.
El número de embarazos tempranos es sistemáticamente más elevado en el campo que en la ciudad. Persiste además una marcada asociación entre el nivel educativo de las jóvenes y la proporción de madres. En casi la mitad de los países con datos disponibles la maternidad adolescente entre las jóvenes que llegaron como máximo al nivel escolar primario es más del triple que aquellas que alcanzaron el nivel secundario. Hay brechas también según la pertenencia étnica y el nivel de ingresos.
Las encuestas de hogares indican que el porcentaje de madres adolescentes que viven en hogares pertenecientes al quintil más pobre es cinco veces superior al de las que habitan en hogares del quintil más rico.
Esto supone una paradoja en la región porque si bien la información relativa a métodos anticonceptivos está muy difundida, los embarazos no deseados entre las adolescentes continúan en aumento. Algunas de las causas apuntan a las barreras socioeconómicas, culturales e institucionales que enfrentan los jóvenes para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva adecuados para ellos y de calidad, que incluyan la consejería especializada y la provisión de anticoncepción.
Aunque cada vez hay más información sobre el embarazo temprano, las miles de adolescentes que se convierten en madres cuando apenas están creciendo necesitan acciones concretas de los gobiernos, es decir, políticas públicas contundentes que incidan en los determinantes sociales y estructurales de este fenómeno.
Garantizar el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos y ampliar el acceso a los servicios asociados a estos, con énfasis en la prevención del embarazo, siguen siendo piedras angulares en la reducción de la fecundidad adolescente. Es necesario asimismo ofrecer educación sexual integral a los niños y adolescentes.
Pero también y como eje fundamental, los gobiernos deben implementar políticas públicas que aumenten las opciones y oportunidades, fomenten la inclusión social, rompan la reproducción intergeneracional de la exclusión y la desigualdad, y garanticen el pleno ejercicio de derechos por parte de los adolescentes y jóvenes.
Decimos que el embarazo adolescente es una alerta temprana de la desigualdad porque la reproducción de nuestra sociedad está ocurriendo en hogares pobres y sin inversión en bienes públicos, lo que plantea un desafío futuro.
La CEPAL celebrará con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en agosto en Montevideo la Primera Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe junto con gobiernos, sociedad civil y organismos internacionales. Será el momento de hacer balance tanto en esta materia como en otras muchas también relacionadas con los jóvenes.
Sabemos que son las nuevas generaciones las que tendrán en sus manos el reto de construir sociedades que crezcan con igualdad y sostenibilidad ambiental. Es imperativo comenzar ahora a preparar este camino, este futuro, que es el de todos.
Imagen : embarazoadolescente1107.blogspot.com